Pensarte con paciencia, impacientemente, pensarte sin pausa, sin prisa, sin retraso, en cada gota que surte mi mar calmo.
Pensarte sin remedio ni medida , en los ojos abiertos a la palabra cauta, en las manos que rozan las montañas, sus perfiles voluptuosos inventando cascadas... En la boca que rasga la tela mas oculta de mi cuerpo infinito.
Pensarte desde la eclíptica mirada de tu verbo, tentando los espacios, invirtiendo los tiempos, acoplando mis manos a tus ojos de cíclope.
Pensarte en mis cimas con tu rostro adormecido en la puerta de los labios a tu deseo, a tu apetito, a la miel de un enjambre disperso en la cumbre.
Pensarte...
Huele todo a hierba mojada, a caligrafía de niño, a salmo impreciso.
Pensarte en los pasos que crean el camino, en la piel que se redime, en los tiernos matices de un ave migratoria, con las lunas alertas, con los cielos ardientes.
Pensarte en los límites y en las fronteras, sin permiso, sin guitarras que acompasen los sentidos. Pensarte, amor, en los torrentes, correr sobre las aguas para pensarte.
Correr.
Hoy amaneció.
La carne ruge y los pulmones del día solo respiran si te pienso.
Porque pensarte es el arte donde todo se crea...
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