sábado

 



Se quedó quieto el aíre, quieto.

Ya no hay brisa, ni viento, 

ni huracán que en secreto

me estremezca por dentro 

Se paró en seco el aire.

Ya no cimbrean los juncos 

ni la mar se ondula el pelo,

ni silba la ocarina,

ni bailan los veleros. Ya no.

Ya no sé eriza el vello,

ni rugen los suspiros.

Y aunque vuelo,

ya no quema la llama ,

ya no es el mismo fuego 

ya la nube no llueve,

ya no es el mismo cielo.




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