Se quedó quieto el aíre, quieto.
Ya no hay brisa, ni viento,
ni huracán que en secreto
me estremezca por dentro
Se paró en seco el aire.
Ya no cimbrean los juncos
ni la mar se ondula el pelo,
ni silba la ocarina,
ni bailan los veleros. Ya no.
Ya no sé eriza el vello,
ni rugen los suspiros.
Y aunque vuelo,
ya no quema la llama ,
ya no es el mismo fuego
ya la nube no llueve,
ya no es el mismo cielo.
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