Más de cien mitras franquean la puerta
bajo el cisma de dos dedos unidos ,
más de cien báculos , ya divididos,
templados, sin nadie que los advierta.
Una rosa blanca frena su vuelo,
y en una roja lis hace su nido.
Las miradas se pierden en el cielo,
aunque prime el silencio todo es ruido.
Que Adán les mire no les incomoda,
que vigile el pecado ya es costumbre,
la iglesia al fin y al cabo está de moda.
No hay guerra que termine con sus rezos.
No hay llanto ni pobreza que los turbe.
Ha de ser la fumata , con sus restos .
(No hay infierno que la queme en la lumbre)
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