¿Dónde me buscas?
Que inútil pregunta, que cajón sin límites dónde ni con brazos como chicles alcanzo a tocar mi ubicación.
He sabido de unicornios azules,
del sordo torbellino de mi llanto
bordando de luciérnagas tus tules,
y en la nocturnidad de un Campo Santo
te pinté plateados abedules.
Me sedujiste con un blanco plumier,
y aún no distingo el hoy del ayer.
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