sábado



Gira la rueda en espiral; ese rotar que inadvertidamente nos eleva y nos sepulta.

Ciegos que caminan hacia una imaginaria obviando la luz que emerge del pecho sembrando sombras que indican el camino.

Todo se ejecuta bajo el amargo incienso de aquellos que aniquilan la belleza del pensamiento amable, del hecho voluntario, de la conciencia serena que no predice pero advierte.

Todo es un acertijo externo que interno se descifra y nadie determina acabar con los muros.

Que desaliento me da tener pies que aún avanzando no me muestren la senda del secreto enemigo que me distrae de mis principios, infame ignorancia que sólo puedo atacar con el amor al verbo , a la palabra, a la aurora boreal que me habita y cuya eternidad en un solo rescoldo de mirada dejó el rastro que persigo.

No quiero ser cómplice de ninguna guerra entre cruces inventadas por otros para que me arrodille.

Puedo lamer el suelo, puedo lamerlo así...dejándome la lengua , sangrando las papilas, consciente de que (así) montada en un caballo derrotaré al ejército de ideas sin sentido que pretende exiliarnos a una cárcel sin rumbo, sin flores, sin estrellas, sin alas, sin música, sin orgasmos, sin risas, sin besos, sin verdad, sin inocencia, sin el sólo argumento de la pasión por la vida.

Me niego.






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