De soslayo tus ojos miran desordenados el placer en los míos y me asaltan salmones que oscurecen el mar y enrojecen el río.
Se me suelta la lengua desovando en tu oído,
se me abren los puntos de salto de mis nodos
buscando tu algoritmo,
saltándome las formas, las maneras , los modos,
y tus ecuestres manos
soltándome las crines,
saltándome los montes,
sobresaltando todo;
el Léucade infinito
enlazando los arcos,
trenzando los abriles,
orientando los cauces,
abrazando los saltos.
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