Más allá de la falla, trás el alba
que se desviste en la proa,
está mi amado,
con sus ojos poblados
de palabras perennes y
de niños felinos
jugando al escondite,
ocultando el abrazo
que sane esta nostalgia,
este frío de acero,
este trópico íntimo,
esta pálida aura,
esta tóxica calma.
Mi amado...
El único veneno del que
no quiero soltarme.
Sin el antídoto muero.
No me importa no salvarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario