Me atribuyo el placer de pensarte,
de imaginarte íntimo,
con la furia vagamente absorta e inmóvil,
sobre un cuerpo que se desviste al abrigo de un
vuelo imprevisto, al calor de tus hombros.
Me quedo en tus oídos, arrullándote... :
Hombre que tensa mis cabellos de trigo con sus
manos de pelícano.
Lobo que acomete mis ruegos, el alfabeto de la
prehistoria rodeando la pelvis.
Me acuso de fantasear con las palomas que escupe
un dragón , que escondido, anida en mi
dormitorio.
( Prometo ensayar 😉)
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