Perturba el ruido la paz que en mi reposa.
El aroma sencillo de una mañana nueva.
El pelo acicalado, la piel nutrida,
el bruñido del alba
pintàndome una rosa.
La locuaz simpatía
cruzando la parábola
que reta un nuevo día.
El amor que se posa
en las horas nacientes,
para afrontar mil dudas,
contemplándolas.
Abrir los ojos y la puerta.
Aceptar lo que pienso y
despertar por fin a la palabra,
dejar que el mundo gire
entre las náyades y
contener mi falda enamorada.
No cerrar la ventana.
Llevar el viento en mi mirada,
su aliento,
para que no se quede,
para que vuele libre
en las calles y las avenidas.
En cada mar , remar,
en cada remo, un paso ,
una zancada que vibre,
una pizca de emoción,
un suspiro ,
una sonrisa
y despertar.
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