El sol está sangrando glóbulos negros.
Aguijones de abejas quiebran
los féretros,
que de cimas más altas siguen
cayendo, y rompen los silencios
abruptos del cementerio.
Deshilachado el río, pierde el torrente, anegando los gritos de dos imperios.
Esposando a la luna que cae creciente ante los ciegos ojos
de la impasible muerte.
Así se abren las tumbas.
Así el sepulcro.
Así crece la turba
de los difuntos.
Así se reproduce toda la historia.
Así el odio se instala en la memoria.
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