Nos recorre la inmundicia del ser humano
Su saliva de volcán negra como la soledad del soldado
No hace falta hundir las manos en las cuencas de barro
Y después de gritar lamidas a la noche
me propongo (después de vomitar) amar el nuevo día
Y cantar cuatro versos:
Allá en la confusión de tu periplo
cementerio de manos invisibles
las alas de mis ojos que son libres
se retornan de pájaro a ser libro
No hay comentarios:
Publicar un comentario