Me dejé en la mortaja...
Con los ojos escapando de las cuencas.
Pude advertir mi cuerpo levitando,
indagando en la sombra que marchaba
en mi nombre perdiendo su memoria.
Entonces un parpadeo de sangre
fluyó por los pezones inflamados,
donde solo tu lengua perfilaba
las fronteras de un mapa sin cordilleras,
ni ángulos, ni metros,
ni ecuador que lama tu raí
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