sábado



Hay una contundente evidencia en la ausencia:

Una veraz presencia más que en la presencia misma, el innegable valor de aquello que una vez se tuvo y que amparado en la convicción, no lo adquiere del todo, la supremacía del pequeño dios que se lleva dentro , el que no contempla la pérdida.

Después llega el ojo sin cuenco, ya no está la visión que nos deleitaba con unos matices exentos a nuestra mirada, esa extraordinaria conexión que , por única , es inexplicablemente sutil, fina , singular en tiempo y en espacio y de la cual no se es consciente hasta su extravío.

Nadie tiene una cábala para mantener una estrella en las manos y multiplicar su luz por el infinito factorial del alma.

Quizás solo haga falta contemplar la belleza de lo sencillo, aceptar la maravilla de sostener un grano de arena dónde depositar una lágrima y asistir al milagro de la vida.

Todo sobra cuando todo alcanza.






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