Hay un extraño desastre que corroe mis entrañas y rodea de caos todo lo que palpita.
Sólo una mariposa se ocupa de su vuelo como si no me habitara, ajena a la brújula que orienta la mirada hacia ninguna parte.
Escucho el aleteo que me inflama hasta el alma y me canta de besos llevándome hacia ti.
Un húmedo goteo me penetra preciso con su canto sonoro.
Casi lloro.
Ya en el norte se posa mi pupila engañosa y en el sur ya la rosa esparce de rocío al tenaz colibrí.
Ya al este están tus manos abrasando las simas y al oeste mi pelo celebra jubiloso esta danza febril.
Mi gemido es un mantra atado a tu elefante , a tu alfa auditivo anudando mi beta, a tu cálido arroyo derramado en mis alas, a tu suelo preciso , a tu ser, a mi casa.
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