martes

 


Ronroneamos y lamemos nuestros pelajes cariñosamente.

El viaje así se hace más ameno.

A los pies de los Montes Zagros comenzamos a rozarnos alguna que otra calva.

En Babilonia descubrimos el placer de nuestras pieles; a cada roce la metamorfosis se hace más evidente.

Nuestra alopecia nos proporciona un amplio escaparate de sensaciones en el que caemos irremediablemente mientras nos frotamos los lomos con ardor. 

La tripulación elucubra que tipo de deidad nos ha poseído y ya en el Nilo, lampiños, podemos leernos las dermis mientras él dibuja con las estrellas mi nuevo nombre: Bastet.

Así : plateado, húmedo, brillante , como el maullido de la luna sobre el agua.





2 comentarios:

Myriam dijo...

Y has vuelto, por todo lo alto, como la diosa de la belleza, el amor, la danza y el perfume. Toda una delicia aromática en letras que me llega hasta aquí. Besos y abrazos y seas muy bienvenida.

L. dijo...

Gracias, Myr. Siempre en mis cuatro elementos (y más 😉)y en mi corazón. Abrazo grande ❤️